FIV con semen y óvulo donante

La FIV con semen y óvulo de donante es un tratamiento en el que tanto los óvulos como el semen han sido donados por otra persona. Se recomienda para parejas en los que ambos enfrentan problemas severos de infertilidad y para mujeres solteras con dificultades para concebir. Asimismo, también es un método indicado en aquellos casos en los que debe evitarse la transmisión de determinadas enfermedades genéticas.

Se pueden realizar pruebas genéticas en los embriones, como el diagnóstico genético preimplantacional (PGD) y el screening genético preimplantacional (PGS). Estas pruebas ayudan a seleccionar los embriones de mayor calidad aumentando la tasa de éxito del tratamiento.

La preparación endometrial incluye el suministro de estrógenos y progesterona para asegurar que el endometrio se encuentre receptivo para la implantación del embrión. Todo este tratamiento se monitorea por medio de ecografías, análisis de sangre y un seguimiento totalmente personalizado mediante el que se garantiza que el útero se encuentre en las mejores condiciones posibles para el éxito del tratamiento.

Aunque los riesgos son mínimos y se encuentran controlados, la medicación puede llegar a provocar, en algunos casos, dolor abdominal o hinchazón. En este tipo de situaciones debes ponerte en contacto con el equipo médico, ellos se encargarán de evaluar tus síntomas y ajustarán el tratamiento para garantizar tu seguridad y bienestar.

Las personas que se someten a un tratamiento de fecundación in vitro con semen y óvulo de donante, normalmente desean que el bebé se parezca a ellos o que cuente con ciertas características físicas. Aunque no se puede garantizar una correspondencia exacta, en HM Fertility Center tenemos en cuenta varios aspectos para asegurar la mayor similitud posible.

Los donantes de óvulos y semen son seleccionados para que tengan características físicas similares a las de la pareja receptora (color de ojos, cabello, piel, estructura facial, etc). Asimismo, también se considera el historial familiar del donante para identificar determinadas características hereditarias que quieran transmitirse o, por el contrario, evitarse. Además, los donantes son sometidos a pruebas genéticas exhaustivas que ayudan a identificar posibles rasgos físicos del bebé.

La calidad del endometrio es esencial para la implantación exitosa del embrión. A medida que la mujer envejece, la receptividad del endometrio puede disminuir, aunque no siempre es el caso. En este sentido, algunas mujeres pueden llegar a requerir una preparación hormonal más intensiva para asegurar que el endometrio esté en condiciones óptimas para la implantación.

Además, con el paso del tiempo las mujeres tienen una mayor probabilidad de sufrir condiciones médicas subyacentes, como hipertensión, diabetes o problemas cardíacos, que pueden complicar el embarazo y afectar la tasa de éxito de la fecundación in vitro.

En todo caso, en HM Fertility Center siempre trabajamos con semen y óvulos donados de la mejor calidad, siendo este un factor claramente diferencial para alcanzar el embarazo.

Si el primer ciclo de FIV con semen y óvulo de donante no resulta en embarazo, es importante saber que existen opciones para continuar con el tratamiento. Durante el tratamiento inicial, los embriones de mayor calidad que no se utilizan en la primera transferencia, son congelados mediante un proceso llamado vitrificación. Este proceso permite preservar los embriones en excelente estado para su uso posterior.

La vitrificación es una técnica avanzada de congelación ultrarrápida que minimiza el daño a las células del embrión, asegurando que estos mantengan su calidad cuando se descongelan para futuros intentos de embarazo. Las tasas de éxito de la transferencia de embriones congelados son comparables a las de la transferencia de embriones frescos. De hecho, la vitrificación ha demostrado ser una técnica muy eficaz para preservar la viabilidad de los embriones a largo plazo.

Aproximadamente entre 10 y 14 días después de la transferencia, se realiza una prueba de sangre para medir los niveles de beta-hCG, una hormona producida por el embrión en desarrollo. Un nivel positivo de beta-hCG confirma que la implantación ha ocurrido.

Si la prueba de embarazo es positiva, se programan ecografías transvaginales alrededor de las semanas 5 a 7 del embarazo para confirmar la ubicación del embarazo dentro del útero y escuchar el latido cardíaco del feto. Además, se monitorean los niveles de progesterona y estrógenos mediante análisis de sangre para asegurar que sean adecuados para mantener el embarazo.

Durante todo el período se continuará, además, con las consultas regulares para evaluar el progreso del embarazo. Se aconseja seguir, por supuesto, un estilo de vida saludable, evitar el consumo de sustancias perjudiciales y gestionar el estrés en la medida de lo posible.