Hasta hace algunos años las mujeres jóvenes que eran diagnosticadas de un proceso oncológico (cáncer de mama, linfomas…) añadían a la angustia de su proceso la incertidumbre de saber si los
tratamientos coadyuvantes (quimioterapia, radioterapia) podían acabar determinando un fallo ovárico prematuro como secuela.
Lo mismo ocurría con las que padecían algunas enfermedades autoinmunitarias (lupus…) que tenían que ser tratadas con fármacos gonadotóxicos.
Afortunadamente hoy ya es posible la
preservación de la fertilidad en mujeres con cáncer gracias a la vitrificación ovocitaria.
Es un proceso en el que realizamos una estimulación folicular muy segura, que apenas eleva los niveles de estrógenos circulantes y no influye en absoluto sobre el pronóstico del tratamiento oncológico posterior. Realizamos una punción folicular al cabo de unos 10 días de estimulación y criopreservamos los ovocitos a una velocidad de congelación ultrarápida, con el fin de utilizarlos en un tiempo posterior, cuando los oncólogos o los médicos consideren que la paciente ya está libre de enfermedad, para poder ser fecundados y obtener embriones que puedan ser transferidos.
La vitrificación ovocitaria no sólo ha dejado de ser un procedimiento experimental, sino que se ha convertido en un procedimiento rutinario en base a su marcada eficacia y elevada seguridad en los nacidos vivos hasta la fecha.
Ha posibilitado la oportunidad de poder
preservar la fertilidad de pacientes jóvenes que van a ser sometidas a tratamientos gonadotóxicos, ha abierto la puerta de la preservación de la fertilidad a pacientes sin pareja que no tienen un deseo genésico inmediato y ha resuelto los problemas éticos que conlleva la criopreservación embrionaria.