Elegir el sexo del bebé es técnicamente posible en un ciclo de FIV

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¿Puedo elegir el sexo del bebé por FIV?



La elección del sexo del bebé en un proceso de reproducción asistida mediante FIV es técnicamente posible, pero no es legal hacerlo en España, salvo en casos excepcionales para evitar la transmisión de anomalías genéticas desencadenantes de enfermedades graves y asociadas a un determinado sexo.

En España, la ley 14/2006 de 26 de mayo sobre técnicas de reproducción humana asistida considera infracción muy grave “la selección del sexo o la manipulación genética con fines no terapéuticos o terapéuticos no autorizados”. El criterio es el mismo en el resto de la Unión Europea, si bien, en Estados Unidos, por ejemplo, la ley ni prohíbe el uso de técnicas para la selección de sexo, ni limita su uso a supuestos específicos.
En nuestro país, por tanto, la búsqueda del “equilibrio familiar” (tener hijos de distintos sexos) o el mero deseo de los padres de tener un hijo o una hija en concreto, no están contemplados como supuestos válidos para justificar la elección del sexo del bebé y tiene aparejadas duras sanciones.

Sin embargo, la selección del sexo es técnicamente posible y en casos de enfermedad genética hereditaria ligada al sexo, el organismo competente, la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida, dependiente del Ministerio de Sanidad, podría autorizarlo.

Diagnóstico Genético Preimplantacional


El único método permitido en España para la elección del sexo del embrión es mediante Diagnóstico Genético Preimplantacional (DGP) en el marco de un proceso de Fecundación in Vitro (FIV). El DGP, además de detectar alteraciones cromosómicas y genéticas en los embriones obtenidos en el laboratorio, permite conocer el sexo del futuro bebé. Se practica en embriones de entre 3 y 5 días de evolución y consta de varias etapas:
  • Biopsia embrionaria. Es un procedimiento mediante el cual se extraen varias células de la estructura embrionaria para su estudio.
  • ‘Tubing’. Las células son depositadas en un tubo de ensayo para extraer su material genético.
  • Análisis de ADN. Se utilizan técnicas avanzadas para analizar el ADN extraído. Entre ellas están la Hibridación Fluorescente in Situ (FISH) o el array de Hibridación Genómica Comparada (CGH) y la secuenciación masiva de última generación.
  • Identificación de los embriones con 23 pares de cromosomas y determinación de los que presentan alteraciones, mayor o menor número de cromosomas.

A pesar de las múltiples ventajas, entre los que prima la mayor posibilidad de tener un bebé sano, la técnica no está exenta de inconvenientes.  Al margen del debate moral, sobre si es ético o no descartar embriones con alteraciones, pueden surgir contratiempos en el laboratorio. Entre ellos, que se descarten todos los embriones por considerarlos anómalos, con la consiguiente cancelación del ciclo de FIV. O que en el resultado encontremos embriones tipo mosaico, que tienen un porcentaje de células con cromosomas normales y otro porcentaje de células con cromosomas alterados.

De acuerdo con el Registro Nacional de Actividad 2020 de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), de 7.467 transferencias de embriones realizadas ese año en España tras biopsia, resultaron 3.035 bebés nacidos vivos. En estas cifras no sólo se incluyen los casos en los que se precisa un DGP por el riesgo de heredar enfermedades ligadas al sexo, también otro tipo de enfermedades genéticas, pero es un dato que nos ayuda a dimensionar la casuística en nuestro país.

Cabe recordar que un ciclo completo de FIV consta de las siguientes etapas: estimulación ovárica mediante medicación con gonadotropinas, punción folicular para la extracción de óvulos, capacitación del semen de la pareja o donante, fecundación del óvulo en el laboratorio por el método convencional o mediante inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI), cultivo embrionario y transferencia embrionaria al útero de la mujer del embrión con mayor seleccionado como el que tiene mayor capacidad de implantación. El DGP se practicaría tras el cultivo embrionario en Día 5 o 6 estadio Blastocisto.

El estudio cromosómico de los embriones habitualmente suele indicarse tras el fracaso de ciclos previos, en casos en los que han sucedido varios abortos y cuando la mujer supera los 38-40 años, ya que muy probablemente existirán alteraciones cromosómicas embrionarias que aumenten el riesgo de aborto o de no embarazo. Como hemos dicho, padecer una enfermedad grave de tipo genético o ligada al sexo hacen también indicada esta prueba. 

Técnicas preembrionarias de selección de sexo



Las células del cuerpo humano contienen 23 pares de cromosomas. De ellos, un par, conocido como cromosomas sexuales, determina el sexo del individuo. Los óvulos siempre son portadores del cromosoma X femenino y contienen sólo la mitad de los cromosomas. Son los espermatozoides los que completan ese aporte cromosómico que determinará el sexo, ya que ellos sí pueden ser indistintamente portadores del cromosoma Y masculino o del cromosoma X femenino.

Antes de realizar una técnica de fecundación in vitro existen teorías que intentan seleccionar los espermatozoides del eyaculado, aún sin éxito demostrado. Estas técnicas que separan a los espermatozoides de una clase y de otra aún no han sido suficientemente testadas y no garantizan al cien por cien la obtención del género deseado. Por otra parte, la legislación española no admite esta opción. La técnica se denomina Microsort, se apoya en el contenido del material genético del espermatozoide y el aparato utilizado para su clasificación es el citómetro de flujo.

También existen teorías sin suficiente base científica que defienden que los espermatozoides Y son mucho más ligeros y se mueven más rápidamente que los X por su menor carga de ADN, apoyándose en esta tesis para separarlos (método Ericsson). Otras teorías apuestan por programar las relaciones sexuales en función de la ovulación, ya que sus partidarios consideran que los cambios bioquímicos experimentados por la mujer en cada fase del ciclo aumentan la probabilidad de concebir un niño o una niña, según las diferentes teorías (métodos Shettles y Whelan). 

Enfermedades ligadas al sexo



Las enfermedades ligadas al cromosoma X se presentan habitualmente en los hombres, ya que al tener estos un solo cromosoma X, un gen recesivo en el mismo causa la enfermedad. Ocurre con enfermedades como la hemofilia y la distrofia muscular de Duchenne.

En el caso de las enfermedades ligadas al cromosoma Y, sólo las presentan los varones, que son los únicos que tienen ese cromosoma. Transferir solo los embriones sexo femenino evitaría que esa hija padeciera la enfermedad. 

Por otra parte, la selección del sexo podría llevar a descartar embriones masculinos que podrían no estar afectados. Si es posible detectar una enfermedad ligada al sexo en los embriones, la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida no aprobará la elección de sexo, sin embargo, en pocos casos se ha caracterizado una anomalía genética concreta.

Se conocen unas 300 enfermedades genéticas ligadas a los cromosomas sexuales, muchas de ellas graves, como la distrofia muscular de Duchenne, la distrofia muscular de Beckett, la hemofilia, la adrenoleucodistrofia, la hipogammaglobulinemia, el síndrome de Lesh-Nyhan, la hipofosfatemia, etc.

Con la secuenciación completa del genoma humano estamos más cerca de identificar los genes causantes de enfermedades ligadas al sexo, de caracterizar los genes afectados, sea en embriones masculinos o femeninos, y de seleccionar los sanos.

 
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